Revolución

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“La libertad no es más que un fantasma inofensivo mientras existan hombres que puedan matar impunemente de hambre a otros. La libertad es un fantasma inofensivo cuando a través de un monopolio el rico logra ejercer el derecho de vida y muerte sobre sus semejantes.” JACQUES ROUX

martes, 23 de agosto de 2011

Sobre la JMJ y la secta de la falsedad y la hipocresía

Según los escritos y testimonios de la época, Jesús de Nazaret (si es que realmente existió esta persona) fue un hombre con unos ideales revolucionarios: Justicia social, humildad, rechazo absoluto de riquezas, lujos y acumulación de bienes materiales, igualdad, solidaridad, apoyo incondicional a los más pobres y necesitados, desprecio a la opulencia y ostentación, oposición al poder la corrupción y la especulación. Se llegó a enfrentar al mismísimo imperio romano, lo que demuestra que fue un revolucionario, un antisistema de su tiempo. Jamás dijo nada de crear una organización religiosa y mucho menos una institución tan retorcida y artificial como la iglesia. En el año 313 el cristianismo es aceptado por el emperador Constantino y es entonces cuando los perseguidos se convierten en viles perseguidores manchando su nombre para siempre. A partir de ahí, la historia es bien conocida: creación de un imperio utilizando el buen nombre de aquel humilde altruista para establecer una élite social, acumulación de riquezas, posicionamiento siempre al lado de los ricos y poderosos, abusos de poder, mano dura contra las clases más vulnerables, brutalidad y locura con la inquisición, control enfermizo de todos los aspectos de las vidas de las personas, condenas y matanzas de todo aquel que osase contradecir su dictadura, persecución implacable de homosexuales mientras han practicado la pederastia más atroz, y así durante siglos hasta el día de hoy. 
En la actualidad el Estado Vaticano es uno de los más ricos y poderosos del mundo, cuenta con un banco y un régimen fiscal propios. Su opulencia no conoce límites y su avaricia menos. Este monstruo es el mayor ejemplo de hipocresía que existe en el mundo. 
Por todo ello, es absolutamente  repugnante el observar los grandes actos circenses que la iglesia católica organiza cada cierto tiempo con el beneplácito de autoridades políticas y figuras empresariales. Este fin de semana tuvimos un nuevo y claro ejemplo con la última JMJ. Allí acudieron más de un millón de engañados, de fanáticos irracionales procedentes de todo el mundo para vitorear al Papa, máximo representante del sinsentido y la falsedad. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Si Jesús levantara la cabeza y vería un segundo la malévola secta que han montado en su nombre, vomitaría sobre la cara de Benedicto XVI, quien este fin de semana haciendo gala de un infinito cinismo llegó a decir “No paséis de largo ante el sufrimiento humano” dentro de un acto que ha costado millones de euros (muchos de ellos salidos de las arcas públicas españolas) mientras que todos los días mueren miles de personas de inanición. 
Señor Ratzinger y todos sus inconscientes seguidores ¿Cuántas vidas se podrían salvar con todo el dineral gastado en la JMJ? ¿Cuántos proyectos contra la pobreza se podrían llevar a cabo con todo el patrimonio del Vaticano?

¡Fieles del Papa y de la Iglesia, por favor abrir los ojos de una vez!
Creo que los seguidores verdaderos de los ideales de Jesucristo, no promulgan su palabra sino que la ponen en práctica con su comportamiento diario, es seguro que ni de lejos irían a un acto como la JMJ, aborrecen al Papa, al Vaticano y a todo lo que representa, huyen del capitalismo y están al lado de los débiles, de los parias de la tierra y nunca de los ricos empresarios. Que tomen buena nota los jóvenes que se dieron cita este fin de semana en Madrid (muchos de ellos niñitos de papá), muchos de los auténticos practicantes de las ideas de Jesús están en recónditos puntos del planeta entre chabolas de barro, conviviendo con la miseria y enfermedades y ayudando cada día a las personas más necesitadas. Son héroes anónimos que no van nunca a misa y que ponen su vida al servicio de los demás, mientras otros predican palabras vacías desde lo alto de los púlpitos. Y además, la mayoría de estos altruistas ni si quiera se definen como religiosos.


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